sábado, 7 de abril de 2007

Mi mar particular

El otro día ojeando el space de mi amiga Joanna leí una interesante reflexión suya sobre el "mar" de los castellanos. Dentro de la exposición recogía la frase de un soriano: “Los hombres de la meseta no somos amantes del mar, y sólo lo concebimos como una curiosidad que conviene ver; el mar es como la torre Eiffel o como el rinoceronte.” Cuando lo leí pensé que tenía razón. Nosotros no echamos de menos el olor, el sonido del mar, cuando nos encontramos distanciados de él. Y ayer estuve en mi pueblo después de varios meses sin ir. Y cuando, dando un paseo por la montaña, llegué a una campera llamada La Espina, la de la foto, me acordé de la frase del soriano. Allí a unos 1.500 metros de altitud, rodeada de nieve caída la noche anterior, oí el rumor del viento soplando entre las montañas. Y me di cuenta que yo nunca añoraré el mar. Ni tan siquiera los amarillos campos de trigo castellanos. Añoraré esos parajes, esas montañas, ese viento correr como la brisa del mar. Que no huelen a sal, pero sí a verde, a campo, a nieve. Ese es mi "mar" particular. Lo que echo de menos cuando estoy lejos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A ver cuando me llevas a verlo

Milady dijo...

Eso está hecho.