jueves, 29 de mayo de 2008

Hay un parrafito del libro "Farenheit 451", donde Ray Bradbury nos dice:
"Cuando nos vamos de este mundo, todo el mundo deja algo detrás. Un hijo, un libro, un cuadro, una casa, una pared levantada o un par de zapatos. O un jardín plantado. Algo que tu mano tocara de un modo especial, de modo que tu alma tenga algún sitio a donde ir cuando tu mueres. Y cuando la gente mire ese árbol, o esa flor que tú plantaste, tú estarás allí. No importa lo que hagas, en tanto que cambies algo respecto a como era antes de tocarlo, convirtiéndolo en algo que sea como tú. Después de que separes de ellos tus manos, tu esencia siempre estará allí".

Alguien muy importante para mí, ha perdido a un ser muy querido. Sé que leerás esto. Quiero sepas que estoy aquí a tu lado. Te quiero mucho niña.

Ella es una de las cosas que él dejó en este mundo, con su esencia. Y él siempre estará aquí, con ella, con nosotros.

jueves, 22 de mayo de 2008

Paralelo 36

A principios de este año, entregué este relato para un concurso que llevaba por título "Emigrantes: cuando salí de mi tierra...". Hoy se ha dado a conocer el nombre de los 10 finalistas seleccionados y mi relato no figura entre ellos. La verdad es que no estoy para nada frustrada, porque creo (y ahora me ha dado más cuenta aún) que este relato, aunque no voy a negar que los 3000€ del premio no me atrajesen, lo escribí más por mí, por poner por escrito sentimientos que tenía dentro. Así que puesto que ya puedo hacer con él lo que quiera, lo comparto con vosotros. Espero que os guste.

PARALELO 36



A mi abuelo que siempre me contó historias de Alemania,
que me enseñó tantas cosas.

Luis camina. Camina, sin mirar atrás. Es de noche, una de esas noches invernales en las que el frío lo inunda todo. Está comenzando a nevar. Quizá sea mejor así, que el frío no deje pensar, que los sentimientos no afloren desde el interior. Los pequeños copos de nieve comienzan a impactar en la cara de Luis mientras una lágrima asoma en su ojo. Unos ojos llenos de miedo, inseguridad, pánico a lo que se va a encontrar, a lo desconocido. Sería muy fácil llorar ahora, sacar de su interior todo lo que está sintiendo. Pero ahora toca ser valiente, toca armarse de valor, toca seguir hacia delante. A su espalda queda su patria, su gente, su familia, su mujer, sus hijas. Su vida. Pero él continúa con determinación. En su bolsa, además de sus ropas, lleva una ilusión: una vida mejor en Alemania.
Alemania. Sólo de oír esa palabra le viene a la mente esa imagen que él ha creado, lo que ha imaginado que sería ese país del que todo el mundo habla. Al parecer todo el que va allí se hace de oro. Todo lo que falta en la España de 1963, lo hay en Alemania. Así que no hay más que pensar, no hay miedo que sentir, no hay nada que dudar.
Luis sube al tren que le lleva a un sueño.

Said corre. Corre, sin mirar atrás. Es de noche, una de esas noches negras, donde no se ve a un palmo de distancia. Corre con determinación, más rápido de lo que lo ha hecho jamás. Corre sin saber dónde está el final. No está sólo. Junto a él, otros cuarenta compatriotas corren para alcanzar su sueño. Su sueño y el de toda su familia, el de toda su gente. El futuro de ellos depende del éxito de este viaje. Oye los jadeos de sus compañeros. Corren pisándose los unos a los otros. Corriendo, con esa oscuridad, se siente como un fugitivo, como alguien que acaba de recobrar la libertad, pero que está siendo perseguido. Said siente miedo, inseguridad, pánico hacia lo que le va a esperar al otro lado del Estrecho. Eso si consigue alcanzar la costa.
Ya ha oído muchas historias de aquellos que ven truncadas sus esperanzas y no llegan a pisar la zona española. Compatriotas suyos, que poniendo todo lo que tienen en peligro, no logran lo que desean y pierden sus vidas en el intento.
Pero no debe pensar en eso. No puede dejar que el miedo le supere, ahora que está llegando a la playa marroquí donde la patera les espera para ese viaje. El viaje que puede ser el billete a lo que siempre anheló.
Said se embarca hacia la costa del país de la esperanza.

Luis sale del banco de cobrar su pensión. Una mísera jubilación. Todas las penalidades vividas en Alemania, todo el dinero mandado a España en esos años, todo lo que él, como el resto de los emigrantes que buscaron un futuro mejor, aportó para que ahora haya prosperidad en su patria, no se ve recompensado en su pensión de jubilación.
Al menos logró lo que fue buscando. Consiguió sobrevivir, hacerse un hueco en aquel país extraño. Luchó contra un idioma que no conocía, contra una cultura diferente, en un lugar que no era el suyo. Pudo traerse dinero, tras diez años de duro trabajo, de extrañar lo que había dejado atrás, para comenzar un negocio en España y continuar luchando para salir adelante. Con la madurez de los años, Luis recuerda a aquel joven que cogió un tren aquel día invernal y tiene la certeza de que lo volvería a hacer, aun siendo consciente de todo lo que ha sufrido. Volvería a subir a ese tren sin dudar.

Ruido de hélices en el aire. Ruido de motores en el mar. Justo en el instante en el que Said pisa tierra, oye el helicóptero sobre su cabeza. Siente como su sueño se escapa de sus manos. Al darse la vuelta, ve la turbolancha de aduanas llegar a la costa. La playa, queda entonces invadida por un montón de policías y miembros sanitarios que acuden con mantas y termos para hidratar a los recién llegados. Serán repatriados en unas horas.
Todos los planes, los suyos, los de su gente, se ven truncados en un instante.

Luis ojea un periódico mientras se toma una copa de vino, uno de los únicos lujos que se permite. En portada, como ya es costumbre en los titulares del verano, aparece la foto de uno de los marroquíes que fueron interceptados en las costas gaditanas la noche anterior, tras pasar el paralelo 36 y entrar en la jurisdicción española. En la mirada de ese joven se reconoce, ve al chico que años atrás cogió un tren una mañana fría de invierno. Pero en la mirada de ese joven hay algo más. Hay un halo de derrota, de frustración, de fracaso, de tristeza.
Luis piensa en lo que él hubiera sentido de no haber llegado a su destino. Si no hubiera cumplido su sueño.
Luis mira a Said. A pesar de los años que les separan, a pesar de la diferencia de culturas, siente que ese rostro podría ser el suyo.
Siente que él podría haber sido Said.
Notando que la rabia y la impotencia le invaden, apura el último trago de su copa de vino. Un trago que hoy, es más amargo de lo que nunca lo fue.

domingo, 18 de mayo de 2008

Si todo sale bien

JULIO


Trigueros del Valle (Valladolid)
Etnología

AGOSTO

Falacrinae. Rieti. Italia.

Excavación de la posible villa de Vespasiano



Reencuentro con mis "amigos" de Historia de América contemporánea, en la que espero sea, la última vez que nos encontremos


SEPTIEMBRE

Boston. Massachusetts. EE.UU.


Y por fin, y aquí sí que todo tiene que salir bien...


NOVIEMBRE

Sevilla. España. Master de Arqueología.

Nota aclaratoria: Este post sirve como autosugestión, para que la propietaria de este blog se de cuenta de lo que puede perder si se duerme en los laureles y para que la propietaria se ponga de una vez a estudiar y deje de bloguear y demás.

sábado, 10 de mayo de 2008

Brainstorm

Sueño, ganas de descansar, pero sin dejar de hacer cosas, último año de carrera, último febrero, último junio, última vez que hago ésto, hay que aprovecharlo, tristeza de acabar esta etapa de la vida, ganas de acabar esta etapa de mi vida, intentar disfrutarlo, estudiar y sacarlo todo, pensar que hacer el año que viene, tomar una decisión, luchar por ello, pero sin perder oportunidades por el camino, presión, ganas de libertad......y aquí me paro un momento, solo un segundo. Me voy a tumbar en la hierba y allí pensaré.



Con el trinar de los pájaros se piensa mejor.

miércoles, 7 de mayo de 2008

De tal palo......




...........tal astilla