jueves, 22 de mayo de 2008

Paralelo 36

A principios de este año, entregué este relato para un concurso que llevaba por título "Emigrantes: cuando salí de mi tierra...". Hoy se ha dado a conocer el nombre de los 10 finalistas seleccionados y mi relato no figura entre ellos. La verdad es que no estoy para nada frustrada, porque creo (y ahora me ha dado más cuenta aún) que este relato, aunque no voy a negar que los 3000€ del premio no me atrajesen, lo escribí más por mí, por poner por escrito sentimientos que tenía dentro. Así que puesto que ya puedo hacer con él lo que quiera, lo comparto con vosotros. Espero que os guste.

PARALELO 36



A mi abuelo que siempre me contó historias de Alemania,
que me enseñó tantas cosas.

Luis camina. Camina, sin mirar atrás. Es de noche, una de esas noches invernales en las que el frío lo inunda todo. Está comenzando a nevar. Quizá sea mejor así, que el frío no deje pensar, que los sentimientos no afloren desde el interior. Los pequeños copos de nieve comienzan a impactar en la cara de Luis mientras una lágrima asoma en su ojo. Unos ojos llenos de miedo, inseguridad, pánico a lo que se va a encontrar, a lo desconocido. Sería muy fácil llorar ahora, sacar de su interior todo lo que está sintiendo. Pero ahora toca ser valiente, toca armarse de valor, toca seguir hacia delante. A su espalda queda su patria, su gente, su familia, su mujer, sus hijas. Su vida. Pero él continúa con determinación. En su bolsa, además de sus ropas, lleva una ilusión: una vida mejor en Alemania.
Alemania. Sólo de oír esa palabra le viene a la mente esa imagen que él ha creado, lo que ha imaginado que sería ese país del que todo el mundo habla. Al parecer todo el que va allí se hace de oro. Todo lo que falta en la España de 1963, lo hay en Alemania. Así que no hay más que pensar, no hay miedo que sentir, no hay nada que dudar.
Luis sube al tren que le lleva a un sueño.

Said corre. Corre, sin mirar atrás. Es de noche, una de esas noches negras, donde no se ve a un palmo de distancia. Corre con determinación, más rápido de lo que lo ha hecho jamás. Corre sin saber dónde está el final. No está sólo. Junto a él, otros cuarenta compatriotas corren para alcanzar su sueño. Su sueño y el de toda su familia, el de toda su gente. El futuro de ellos depende del éxito de este viaje. Oye los jadeos de sus compañeros. Corren pisándose los unos a los otros. Corriendo, con esa oscuridad, se siente como un fugitivo, como alguien que acaba de recobrar la libertad, pero que está siendo perseguido. Said siente miedo, inseguridad, pánico hacia lo que le va a esperar al otro lado del Estrecho. Eso si consigue alcanzar la costa.
Ya ha oído muchas historias de aquellos que ven truncadas sus esperanzas y no llegan a pisar la zona española. Compatriotas suyos, que poniendo todo lo que tienen en peligro, no logran lo que desean y pierden sus vidas en el intento.
Pero no debe pensar en eso. No puede dejar que el miedo le supere, ahora que está llegando a la playa marroquí donde la patera les espera para ese viaje. El viaje que puede ser el billete a lo que siempre anheló.
Said se embarca hacia la costa del país de la esperanza.

Luis sale del banco de cobrar su pensión. Una mísera jubilación. Todas las penalidades vividas en Alemania, todo el dinero mandado a España en esos años, todo lo que él, como el resto de los emigrantes que buscaron un futuro mejor, aportó para que ahora haya prosperidad en su patria, no se ve recompensado en su pensión de jubilación.
Al menos logró lo que fue buscando. Consiguió sobrevivir, hacerse un hueco en aquel país extraño. Luchó contra un idioma que no conocía, contra una cultura diferente, en un lugar que no era el suyo. Pudo traerse dinero, tras diez años de duro trabajo, de extrañar lo que había dejado atrás, para comenzar un negocio en España y continuar luchando para salir adelante. Con la madurez de los años, Luis recuerda a aquel joven que cogió un tren aquel día invernal y tiene la certeza de que lo volvería a hacer, aun siendo consciente de todo lo que ha sufrido. Volvería a subir a ese tren sin dudar.

Ruido de hélices en el aire. Ruido de motores en el mar. Justo en el instante en el que Said pisa tierra, oye el helicóptero sobre su cabeza. Siente como su sueño se escapa de sus manos. Al darse la vuelta, ve la turbolancha de aduanas llegar a la costa. La playa, queda entonces invadida por un montón de policías y miembros sanitarios que acuden con mantas y termos para hidratar a los recién llegados. Serán repatriados en unas horas.
Todos los planes, los suyos, los de su gente, se ven truncados en un instante.

Luis ojea un periódico mientras se toma una copa de vino, uno de los únicos lujos que se permite. En portada, como ya es costumbre en los titulares del verano, aparece la foto de uno de los marroquíes que fueron interceptados en las costas gaditanas la noche anterior, tras pasar el paralelo 36 y entrar en la jurisdicción española. En la mirada de ese joven se reconoce, ve al chico que años atrás cogió un tren una mañana fría de invierno. Pero en la mirada de ese joven hay algo más. Hay un halo de derrota, de frustración, de fracaso, de tristeza.
Luis piensa en lo que él hubiera sentido de no haber llegado a su destino. Si no hubiera cumplido su sueño.
Luis mira a Said. A pesar de los años que les separan, a pesar de la diferencia de culturas, siente que ese rostro podría ser el suyo.
Siente que él podría haber sido Said.
Notando que la rabia y la impotencia le invaden, apura el último trago de su copa de vino. Un trago que hoy, es más amargo de lo que nunca lo fue.

15 comentarios:

Joanna dijo...

Que esto no te desanime a seguir escribiendo ehhh, un besote

Anónimo dijo...

Muy bonito.. me ha gustado mucho y me ha puesto los vellos de punta..Gracias por compartirlo.

NORKA dijo...

pero tienes buena pluma tu tranqui vamos bien ...oye entonces tu eres la que envia el libro es que no capte bien eres amiga de Merak?

En todo caso un placer conocerte y nos seguimos leyendo Arqueologa que maravilla me gusta eso :)

Beso de chocolate venezolano.

Anónimo dijo...

Hola guapa!!! sabes que no soy muy dada a escribir pero esta vez he hecho una excepción xk creo sinceramente que tu relato era bueno (sabes que no lo digo para complacerte)y que escribes que te cagas así que no te desanimes xk tú vales y xk además las estanterías de tu futura librería estarán repletas de libros escritos por ti. Muxos besos.NURIA

Jano dijo...

Si el año que vienes vienes a Sevilla, acuérdate de los blogueros :p

ardid dijo...

Guapa hoy no puedo leerlo con la atencion que te mereces. Prometo volver y leerlo como se merece...

Un besote enorme

Anónimo dijo...

A Gabriel García Márquez también le llegaron a rechazar en sus comienzos, cuando buscaba editorial. Todo en la vida es un proceso y tienes talento, convéncete de ello.

UIn abrazo amistoso!

Anónimo dijo...

Hola! Leí tu comentario en el blog Viajando por el mundo y quería darte las gracias. Muy bonito tu blog.
Un saludo

Fusa dijo...

Somos lo que sobrevivimos...

ardid dijo...

Me alegro de haberlo leido ahora con mas tranquilidad porque Milady, me ha encantao.....y te lo digo de verdad.
Tanto la forma de relatarlo conjugando los dos personajes haciendo que se mantenga la atencioncon un nexo comun al final, como la sensibilidad con la que abordas el tema,....para mi gusto al menos, esta genial!Lo del premio una pena...pero como te han dicho ya...que eso no te desanime a seguir ;)

Y como una notilla, decirte que me ha recordado un poco a la estructura de Babel la has visto? Si no...te la recomiendo...que pedazo de pelicula. Muy dura pero tb fantastica...al menos para mi.

Milady que sigas escribiendo!!!

Un besote!!

Merak dijo...

pues a mi me parece un buen relato.. si te dijera todos los relatos que yo he enviado y me los tiraron a la basura... si es que no tienen ni puta idea!!! jajaja
besos
genial esa cancion de pereza al empezar tu blog

Milady dijo...

Joanna: Seguiré, seguiré. Un besito muy fuerte.

Yomismasoydeelche: Me alegro un montón de que te haya gustado, que te haya emocionado. Ha sido un placer compartilo con vosotros.Un beso.

Norka: Gracias Norka. Sí soy la amiga de Merak, la del libro. Y te repito muchísimas gracias por actuar de mensajera. Un besazo enorme para ti.

Nuria: Creo que con tener la librería, aunque no esté llena de libros escritos por mí, podría decir que he cumplido un sueño, sería suficiente. Gracias por los consejos que me diste entonces. Muaks.

Jano: Me acordaré, me acordaré. Lo prometo. Un beso.

Lully: Muchas gracias por tus ánimos, de verdad. Era el primer concurso al que presentaba algo, así que no me rindo. Nunca. Un besazo y bienvenida.

Bea: De nada. Nos leemos. Un besazo.

Fusa: Pues tienes toda la razón y cada vez me doy más cuenta de ello. Somos lo que vamos superando, lo que queda de los que dejamos atrás. Bienvenida. Un saludo.

Ardid: Pues sí he visto Babel, pero lo hice hace poco, después de escribir el relato. Esa era mi intención que el paralelismo nos hiciera darnos cuenta de que somos iguales todos. Me alegro de que te haya gustado. Un besazo enorme.

Merak: Muchas gracias por los ánimos. Me alegro de que te gustara. Y la canción de Pereza, es que es sublime. Muaks.

Anónimo dijo...

Pues todavía no entiendo como no te han dado el premio, yo aún no puedo acabar de leerlo sin q se me caiga un lágrima...en fin será porq yo le doy otro sentido al leerlo.

Besitos!!!

Milady dijo...

Esme: Sospecho que le pones cara a Luis y por eso alguna que otra lágrima se te cae. Un besito.

Abnerius dijo...

Me gustó. Creo ke has desarrollado un estilo propio, ke es lo más importante en la literatura. Sigue sacando esas ideas extrañas de tu cabeza, dales vida, plasmalas y komparte, rekuerda ke el escritor, antes ke escribir para nadie, escribe para si mismo, para darse el gusto de ser un dios, al crear otras realidades, otros mundos, dandole vida a seres ke nunca pudieron existir, y moldeando minuto a minuto su existencia. ¿No somos nosotros personajes ke Dios mismo creó?