miércoles, 14 de octubre de 2009

Piscina


Después del accidente de tráfico el médico me recetó natación, natación y natación. Así que, tras el largo proceso de buscar una piscina cerca de mi casa cordobesa (proceso más arduo de lo que en principio pueda parece) y tras haber completado el kit necesario para surcar las aguas, mañana me meto en la rutina de prácticar al menos tres o cuatro días a la semana, una horita de natación.

La verdad es que a mi siempre me gustó nadar, me relaja muchísimo. Aprendí cuando era una enana, con 5 o 6 años, durante las vacaciones de verano. Allí me iba yo a las 9 de la mañana, con ese gusanillo que siempre se me pone en el estómago cuando voy a la piscina (sólo en las climatizadas). Y me encanta ese olor a cloro y el calor que hace en la piscina. El hombre que me enseñó a nadar se llamaba Miguel. Miguel es una de esas personas que siempre formará parte de mi vida, porque ha aparecio en varias ocasiones a lo largo de ella y siempre me ha aportado buenos consejos y enseñanzas. La primera de ellas fue a nadar. Algún día os contaré más cosas sobre Miguel.

Y recuerdo lo bien que lo pasabamos en la piscina, cuando se nos atascaban las monedas en las taquillas o cuando andabamos rebuscando las monedas de 5 pesetas para meterlas en los secadores de pelo.

Luego siempre me venía a buscar mi abuela y dabamos un paseo de vuelta a casa, pasabamos por los Jardinillos y comprábamos patatas o cortezas, dependiendo en día, en la churrería que hay junto a la Estación de Autobuses que comíamos sentadas en un banco del parque. Mi abuela me recuerda mucho esos momentos y yo los guardo con mucho cariño.

Así que aunque mañana no me espere a la salida me acordaré mucho de ella cuando salga con el pelo mojado y ese olor a cloro tan característico.

5 comentarios:

Joanna dijo...

Oye perri que yo te pensaba ir a buscar :(....

Yo dijo...

Yo también fui de peque porque me lo recetaron pa la espalda. Y, curiosamente, también iba con mi abuela... Con mi abuela y con mi hermana.

Iba en verano. A la municipal. Así que era al aire libre. Mi abuela se sentaba allí a vernos nadar y nos esperaba después de las duchas para llevarnos a casa. Ya más de mayor me apuntaron a la cubierta. Fui un día y no fui más. Nunca me gustó eso de ir a la piscina. A mí el calor ese que hace, unido con el colocón de cloro... no... Por no hablar de la vergüenza que me daba a mi misma verme así con semejantes fachas y de que no quería ir sola...

Curiosamente, yo no he vuelto a ir a la piscina y ahora es mi abuela la que va. También porque se lo ha recomendado el médico.

Un besito, que todo vaya bien ^^

bruixot dijo...

Dicen que la natación es uno de los deportes más completos para nuestro organismo por lo que sin duda te va a hacer mucho bien en tu proceso de recuperación.

Es una pena que ahora tu abuela ya no te recoja, eso será irremplazable, pero quizás encuentres nuevas compañías que te permitan volver a coger ese afecto a la piscina.

Un besito

eva lluvia dijo...

con esos recuerdos, ir a la piscina te va a resultar hermoso...

:)

glu glu

Milady dijo...

Joanna: Tu puedes ir a buscarme cuando quieras niña.

Yo: Si la verdad es que cada vez hay mas abuelillas que van a la piscina. A mi la mezcla de clor y calor me devuelve a la niñez, así que. Pero bueno menos mal que hace fresquito porque sino sofocada saldría. Un besazo.

Bruixot: Pues aunque nos separen unos kilómetros tendré a mi abuela muy presente. Un besazo

Heva: Pues si así da gusto. Un besazo.